viernes, 5 de octubre de 2007

Casillero del Diablo

Cuentan que 100 años antes de mi nacimiento ya existían las leyendas... El vino encierra la magia del que lo fabrica, del que lo bebe, y del que lo cuida, que, en función de la propia voluntad, puede llegar a ser un diablo...

Todo comenzó el año 1883, cuando don Melchor de Concha y Toro, fundador de esta viña, llevó a Chile las cepas más exclusivas de la región de Burdeos, en Francia. Estas cepas se desarrollaron en las tierras fértiles del Valle del Maipo, con resultados nunca antes vistos.
Sabiendo de la calidad de esta producción, don Melchor se reservó una partida para su consumo personal.
Como una forma de mantener inalterables sus condiciones de tempertura y humedad, estos vinos fueron guardados al fondo de una bodega, en un casillero especialmente destinado para este fin.
Transcurrido un tiempo, don Melchor se percató que estos vinos desaparecían misteriosamente.
Después de numerosas indagaciones, concluyó que estaban siendo robados por gente de los alrededores.
Ante este hecho, y sabiendo del grado de superstición de los habitantes del sector, decidió difundir el rumor de que en esa bodega habitaba el diablo.
La historia funcionó... El miedo desalentó a todo ladrón. Incluso no faltaron los que decían haberlo visto.
Han pasado más de 100 años y la leyenda continúa viva.
De esta forma nació el nombre de uno de los vinos chilenos más conocidos del mundo: Casillero del Diablo...


Tal vez el ambiente influyó en mi percepción, pero en visita embriagadora, esta imagen apareció en mi cámara...

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