Hay personas que no suponen una diferencia para nadie en el mundo. Como mucho, pienso yo, sólo para el que comparte la esquina del puente o que acostumbra estar cerca en aquel parque movimentado durante el día y reducto de exclusión durante la noche.
Sin casa, sin familia, sin ducha, con un particular olor que se intensifica con el paso de los días.
Ella vivía en la esquina de la calle Barata Ribeiro con la Peixoto Gomide. Vivía en ladera, podemos decir. Lluvia, sol, noche o día poco importaban.
Periódicos antiguos, revistas descatalogadas de peluquería y un sinfín de bultos de "lo que a nadie le interesa".
Pero ella para mí suponía una diferencia. Me hacía pensar, abstrayéndome por momentos de la parte material de las cosas...
Ahora ya no está. Y yo sentí su falta.
domingo, 8 de junio de 2008
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Y ahora gracias a ti todos nos hemos parado a pensar en ella...
ResponderEliminarRO.