miércoles, 18 de febrero de 2009

Con boli bic, en servilleta de café americano

"Echaba de menos las tardes de lluvia que tanto cansan cuando insisten en hacer presencia notoria durante varios días.
A mi lado, el treintañero solitario, con su cabeza raspada y sus evidencias de las tardes de buena vida en sus abdominales llama insistentemente al que quiere encontrar. Quien llama insistentemente no es un solitario. Quien llama insistentemente es el que, en lugar de aprovechar lo que tiene en sus manos, ansía lo que vendrá, y proyecta futuros, y hace nacer expectativas persecutoras, que son como sombras de lo que no es.
Yo tampoco soy hoy una alegre solitaria... El teléfono, ostentoso, me mira.
¿Me gustaría la presencia o me gustaría saberme incluída en el deseo del otro? Pienso en su toque, su compañía y me preocupo por las proyecciones tal vez irreales que hago sobre su cuerpo, su vida, su cabeza".

El café se llena. Fuera sigue lloviendo. Y muchos caminan sin paraguas.

São Paulo, 15 de febrero de 2009.

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