
La pureza, en principio, deberia estar restringida al consultorio, a mañanas de atención de dolores, a esperanzas (que son siempre blancas...).
Pero parece que aquí el blanco representa la pureza del status.
Cogemos el ascensor juntos. Llegamos a la recepción.
Primero, oigo.
- Bom dia, doutor. O senhor está bem?
Y yo entrego mis llaves.
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